jueves, 26 de diciembre de 2013

La chupa de chapas


Prometí que contaría esto algún día en público, aunque mis más allegados lo conocen con pelos y señales. Año 1982, más o menos mes de julio. Yo tenía 15 años recién cumplidos y había quedado con mi tío Ricardo en su bar, el Satchmo. El pub era algo así como el germen de la movida de Vigo, aunque en aquel momento se decía que era un bar de Nueva Ola, en contraposición al Satchmo Jazz que había sido en sus inicios. Entonces yo creo que la palabra movida no existía. Meses después, el pub quedaría pequeño y se abriría El Kremlin.
Como decía, había quedado a eso de las siete de la tarde con mi tío en el bar de la calle Lóriga. Cuando llegué a la puerta se oía un ruido ensordecedor dentro, pero yo golpeé la puerta y esperé. Una, dos veces... hasta que el ruido cesó y golpeé por tercera vez. Al poco, oigo unos pasos que se acercan a la puerta y ésta se entreabre. Por el hueco asoma un tipo con una medio cresta y una chupa de cuero toda llena de chapas, con un lagarto en el hombro y una pata de pollo colgando a modo de insignia.
Me grita «¿Qué quieres?»
Respondo «¿Está Ricardo?»
Y me dice «¡¡No!!» a lo que continúa con un portazo que me deja temblando fuera del local.
Ese fue mi primer encuentro y una de mis pocas conversaciones de juventud con Germán Coppini y su famosa chupa de chapas que creo que meses después le robaron...
De Germán podría decir muchas cosas más, pero pocas tan lúcidas como las que ha contado hoy en +EL PAÍS mi admirado Diego A. Manrique. Tan sólo que puedo dar fe que él no era consciente de que se estaba muriendo por el cáncer de hígado pues hace unos pocos días había hablado con él de sus proyectos con Néctar (de los que ya tenía preparado un post en este blog para el día de su concierto inaugural, previsto para dentro de unos días) y nada en sus palabras me pudo dejar entrever ese final. De hecho, cuando me enteré a las once de la noche de nochebuena, no podía dar crédito.
Mi admiración por Coppini viene de aquellos meses finales del Satchmo y primeros de El Kremlin, en los que Ricardo y el Diario Pop de Radio 3 consiguieron hacerme fan incondicional de aquellos Siniestros y Golpes... Después ya vino todo lo demás, de lo que algún día podremos hablar.
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Artículo de Diego A. Manrique en +EL PAÍS
http://cultura.elpais.com/cultura/2013/12/25/actualidad/1387928286_723634.html

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